OPINIÓN

La amenaza del ébola

Jaime Orfila | Sábado 09 de agosto de 2014
Cada año mueren en el mundo más de 10 millones de personas por tuberculosis, SIDA y paludismo. Todas estas infecciones tienen tratamientos efectivos y la mayoría curativos. Cada 10 segundos muere un niño de hambre. De hecho, a lo largo de la historia las epidemias, las guerras y el hambre han diezmado la población de forma sistemática.

Por el momento, la posibilidad de que nos infectemos por el virus del ébola es casi nulo. La última gran epidemia en Baleares, excluyendo el sida, fue producida por la peste, en 1820, en la localidad de Son Servera. El día 1 de Febrero se sigue celebrando en las localidades de Artá, Son Servera y Sant Llorens, el fin de la epidemia y se honra a los que trabajaron para extinguirla. La población quedó reducida a la décima parte y la práctica mayoría de profesionales que atendieron a la población, sin medios y sin conocimientos, fallecieron. En ausencia de medios técnicos la única forma de controlar este tipo de enfermedades se basa en cortar la cadena epidemiológica, la cadena de contagio.

¿Por qué el ébola se ha convertido es una amenaza universal y la OMS la ha declarado una emergencia internacional?. Es una enfermedad infecciosa que se trasmite con facilidad por contacto con los enfermos, sus enseres, o líquidos orgánicos. A su vez, no se dispone de mecanismos preventivos tipo vacuna, no existe un tratamiento eficaz y la mortalidad es muy elevada. Por último, el brote actual afecta de forma simultánea a ciudadanos de distintos países, se expande de forma progresiva y se mantiene en el tiempo.

Esta situación, además de la gravedad intrínseca y la falta de medios, ha disparado el miedo colectivo y las precarias medidas de control y protección se han dinamitado. El pánico al ébola está provocando el cierre de los hospitales, la población esta desatendida, estigmatizada, se esconden los enfermos y se dejan los muertos en las calles. El pánico colectivo y la falta de colaboración internacional ha provocado más muertos que la propia enfermedad. Con la declaración de emergencia internacional, es de esperar que se consiga frenar la expansión de la epidemia. Los países afectados no tienen la capacidad para manejar un brote de esta magnitud. Se precisan medios de atención y equipos de protección individual especial. Y en especialmente medidas organizativas. Reducir la circulación en zonas de transmisión intensa. Acercar los laboratorios y centros de atención a las zonas de transmisión. En todos estos aspectos. la ayuda exterior es básica.

En nuestro entorno tenemos que afrontar el miedo.

Al miedo, al pánico, se le hace frente con información y con confianza. Con información rigurosa para evitar el crecimiento “viral” de noticias alarmistas y con decisiones serias que contribuyan a minimizar el riesgo.

Es poco probable que el ébola llegue a Baleares. Más improbable todavía que se pudieran llegar a producir casos autóctonos, pero no sería extraño identifiquen “posibles casos”. Personas con cuadros febriles no filiados, que han estado en zonas de epidemia en las últimas tres semanas. Nos tenemos que preguntar, no tanto, si estamos preparados para afrontar un caso de ébola, como si hemos tomado las medidas que garanticen la seguridad y la tranquilidad ante los posibles casos. Si disponemos de protocolos específicos de actuación, de unidades hospitalarias de alto nivel de aislamiento y de laboratorios dotados de alta seguridad.

Las complicaciones son inversamente proporcionales a las precauciones que se toman. A día de hoy, nos puede hacer más daño el miedo al ébola que el propio virus. Tomemos precauciones.

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