OPINIÓN

El primero es el bueno

Tomàs Ibarz | Viernes 08 de agosto de 2014
De todo lo que nos gusta, nos gustó más la primera vez que ninguna. De lo que no nos gusta, quizás sí nos gustó la primera vez pero nos cansamos. La primera vez no tiene comparación. De hecho, hacemos muchas cosas pensando sólo en la primera vez. Y no. No estoy hablando de sexo ni del primer beso, ni de la primera copa, ni de la ilusión del primer trabajo.

Sustentado esto, voy a lo que realmente me llama la atención cuando llega el verano, y que quizás tiene algo que ver con lo apuntado.

Cuando terminan las navidades y sobretodo cuando pasa Semana santa, todos enloquecemos camino del gimnasio, de la dietista y de las mancuernas para hacer pesas y abdominales en casa. La "Operación bikini" es una prioridad vital para hombres y mujeres. Hay que borrar del mapa los michelines y las cartucheras.

A mí me parece que estos meses de esfuerzo se hacen sólo para el primer día de playa. Meses de ayuno y ejercicio sacrificado para lucir "tipín" y, a la que llegamos a la playa, nos bebemos dos cervezas antes de comer en el chiriguinto, abundante fritanga para el almuerzo (más el aperitivo), postre, y unos chupitos tras el vino de la comida. ¿Cómo no? Eso es un día de playa. Al llegar a casa, la siesta para que la grasa vaya haciendo de las suyas sobre nuestros músculos. Y por la noche, cena y a salir un poco. Lo que tomamos no son precisamente barritas energéticas.

Y así cada día, casi todo el mundo. En verano, el gimnasio se vacía porque la gente hace etos "otros deportes" y porque hace demasiado calor.

Y van pasando las semanas. Hasta que acaba el verano.

Por eso me pregunto si toda la operación bikini es sólo para un día. Para el primer día.

Cualquier nutricionista nos dirá que así no es como se hacen las cosas.

Feliz verano a la bartola, y hasta la operación bikini del año que viene.

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