EDITORIAL

Cerdá y la economía sumergida del Mallorca

Martes 05 de agosto de 2014
El RCD Mallorca vive en la actualidad uno de los más vergonzosos capítulos de su casi centenaria historia. El hecho de que Inspección de Trabajo se haya presentado en las oficinas del club para cerciorarse de que el presidente Biel Cerdá mantiene sin contrato de trabajo a Miquel Àngel Nadal y a su equipo de profesionales llena de oprobio y de estupor a la masa social de la institución.

Cerdá parece que aún no se ha enterado que respira dentro de un Estado de Derecho sometido a leyes. Parece que ignora que quien no formaliza un contrato laboral a sus trabajadores pisotea la normativa vigente de forma muy grave. Parece que desconoce que sin relaciones de producción jurídicamente contempladas el resto del Derecho del Trabajo es agua de borrajas. Parece que no ha comprendido que tales prácticas son propias de país africano situado al sur de la verja de Melilla, que es, según todos los indicios, donde parece vivir Cerdá al actuar de espaldas a las más elementales reglas de la higiene democrática.

Biel Cerdá, tan peleón a la hora de pactar con Claassen y con Pedro Terrassa para formar una nueva mayoría y apartar a Lorenzo Serra Ferrer, está arrastrando el Mallorca al nivel del fango más maloliente. Y lo más hiriente es que ni se inmuta. Es capaz de hacer trabajar sin contrato formal a su equipo deportivo y luego le echa cara de hormigón al vendaval que desata.

Habrá que ver las responsabilidades que se derivan de la presencia de Inspección de Trabajo en Son Moix, pero lo seguro es que por muchísimo menos otros empresarios han sido duramente sancionados. Hay que pensar que los profesionales deportivos de élite ganan mucho dinero, con lo cual se hace barriobajera, oscura y tenebrosa la actitud de Cerda. Un club de fútbol que lleva el nombre de la isla ha de estar sujeto al cumplimento escrupuloso de la legalidad porque representa a toda la colectividad. Cerdá se ha mostrado una vez más indigno de representar a Mallorca. Deplorablemente indigno.

Lo mínimo que tiene que hacer el presidente del Real Mallorca es pedir disculpas públicas por este trágico asunto. Le servirá de muy poco, ya que su desprestigio es absoluto. Pero si no lo quiere hacer en su nombre, que lo haga, al menos, para salvar el honor de la masa social, a la cual no tiene derecho a conducir moralmente al otro lado de la verja de Marruecos con su nefasta gestión, divorciada de la legislación vigente y de las más mínimas reglas de la decencia.

Miquel Àngel Nadal no se merece este trato. Ha sido el futbolista más grande de la historial del Real Mallorca. Con el Barça formó parte del mítico Dream Team. Ganó cinco Ligas, una Champions, una Recopa y dos Copas entre otros títulos. Fue también internacional con España en 49 ocasiones.

El entrenador Miquel Soler tampoco se merece este desprecio. Ha sido un ejemplo de profesionalidad como pocos. Jugó en numerosos equipos, entre ellos el Espanyol, el Barça, el Real Madrid y el Mallorca. En todas partes dejó huella de deportista entregado, disciplinado y serio. Y una pregunta se impone: ¿Tiene el club decano jugadores sin contrato en su plantilla? El presidente tiene que dar todas las explicaciones pertinentes.

Pero lo peor es la mala imagen dada por Cerdá ante los empresarios mallorquines. Hacer trabajar sin contrato es meterse de cabeza dentro de la economía sumergida. ¿Qué han de pensar centenares y centenares de emprendedores isleños del comportamiento del presidente del Real Mallorca cuando ellos son firmes cumplidores de sus obligaciones laborales? Lo que está pasando es intolerable. Es un agravio comparativo impresentable. Es un desprecio a todo el tejido empresarial y social de Mallorca.

 

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas