EDITORIAL

Alemany o el castigo al desafío

Martes 22 de julio de 2014
El veterano periodista palmesano Antonio de Padua Alemany Dezcallar, de 74 años, está a punto de ingresar en prisión tras haber agotado sin éxito todos los recursos y peticiones legales posibles. Condenado a dos años y tres meses de cárcel, el antiguo autor de los discursos de Jaume Matas y promotor de la Agencia Balear de Noticias tiene una cita ineluctable con la carretera de Sóller.

Es probable que por motivos de edad Alemany no esté excesivo tiempo privado de libertad. De hecho es poco habitual que un septuagenario acabe entre barrotes por delitos como los que ha cometido este periodista. En realidad, su ingreso en prisión no se debe tanto a los hechos punibles de los cuales ha sido declarado autor, sino a causa de su prepotencia y altivez, a su tajante negativa a aceptar que se equivocó, a su nula capacidad de autocrítica y al no haber mostrado ningún tipo de arrepentimiento o petición de perdón a quienes le han acusado o condenado. La soberbia y el empecinamiento no casan ni con calzador con el deber judicial de aplicar justicia.

Cuando estaba imputado y antes de ser juzgado, Alemany cargó de forma desaforada contra los representantes del Ministerio Público. Se equivocó de medio a medio con su desafío. Luego, durante la vista oral y con posterioridad a conocer la sentencia de la Audiencia, continuó mostrándose orgullosamente prepotente, incluso díscolo ante cualquier posibilidad de arrepentimiento. Su ego le ha perdido. Esta actitud contrasta con la de otros imputados en esta causa, que dieron prueba de humildad, de colaboración con la justicia y que, a la postre, han evitado la cárcel.

Este razonamiento sobre la postura de Alemany vale exactamente lo mismo para Jaume Matas. Condenado sólo a nueve meses de cárcel por el Tribunal Supremo por este caso (aunque tenga otros en marcha), la decisión judicial de hacerle entrar en prisión se debe también en buena parte a su posición alejada de la más mínima intención de mostrar arrepentimiento. Matas, expresidente balear y exministro de España también lleva demasiado tiempo viviendo en la estéril e inútil torre del orgullo. Ha roto él mismo los puentes de una posible colaboración o búsqueda de pacto. Incluso el Gobierno Rajoy (sus compañeros de partido durante tantos años) le han denegado la petición de indulto. Le han dejado solo.

Matas y Alemany se han metido ambos en el berenjenal de la altivez,del no querer reconocer nada, de la displicencia a cara alzada. Y así se han convertido en un mal ejemplo. Ahora caminan por el espinoso sendero que sólo tiene un destino final: el portal de la prisión.

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