OPINIÓN

El PP no debe promocionar los frentes populares

Joan riera | Miércoles 16 de julio de 2014
Rajoy está obsesionado en conseguir que en las elecciones municipales salga elegido directamente alcalde el cabeza de la lista más votada. Quiere así cortar el paso a formaciones pequeñas que se convierten en bisagras. Piensa que conseguirá el apoyo del PSOE para conseguirlo. Pero se equivoca. Pedro Sánchez ya ha demostrado que no quiere componendas con la derecha, tal y como ha pasado en la elección de la presidencia de la Comisión Europea. Ha ordenado a los eurodiputados españoles que rompan la disciplina de voto para no dar apoyo al candidato conservador. No quiere grandes coaliciones a la alemana.

Sánchez ha tomado buena nota de las elecciones europeas en España. Ha comprendido que acuerdos con el PP es sinónimo de pérdida a chorros de votos por la izquierda.

Rajoy, que impuso el debate de los alcaldes en la Escuela de Verano de El Escorial, debería examinar a fondo la estrategia de Sánchez. Si impone elegir al alcalde de la lista más votada puede encontrarse con la peor de las sorpresas para el PP: la formación, a nivel local, de frentes populares de izquierdas, como ya pasó en los años treinta.

En Baleares el pasado mayo el PP obtuvo 74.000 votos. Fue claramente y con mucha diferencia el primer partido. Pero del segundo al quinto fueron formaciones de izquierdas y en total obtuvieron 137.000 sufragios, casi el doble. Es el caldo de cultivo perfecto para que se forme un frente popular, que ni gusta al PP, ni al tejido empresarial, ni a buena parte de la sociedad. Pero si Rajoy pone a Sánchez contra las cuerdas no le dejará otra salida.

El nuevo secretario general del PSOE ha iniciado su periplo con un claro y meditado mensaje a Podemos y a sus jóvenes electores: El PSOE no es lo mismo que el PP. La casta no existe. Busca así recuperar sufragios y abrir las puertas a posibles pactos a partir de mayo. Pero no es lo mismo hacerlo antes o después de las elecciones.

Si el PP no modifica la Ley Electoral y la deja tal y como está ahora, propiciará, probablemente, más pérdida de votos del PSOE por su izquierda y tendrá más posibilidades de conseguir alcaldías gracias a la Ley d'Hont, que prima al primer partido. Pero si cambia la Ley a favor del alcalde más votado creará las condiciones objetivas para que se formen frentes socialcomunistas que tanto miedo dieron hace ochenta años.

Podemos sostiene una estrategia leninista pura adaptada a los nuevos tiempos de la comunicación vertiginosa a través de las redes sociales. Su principal consigna es no pactar con la socialdemocracia,, tal como predicaba Lenin, que menospreciaba a los socialistas tachándoles de mencheviques (minoritarios).

Pero tanta cerrazón sólo duró hasta principios de los años treinta del siglo pasado. Poco después fue la propia Komintern (Internacional Comunista) quien cambió de rumbo y aprobó la estrategia de los frentes populares para frenar el paso a la derecha extrema.

Los leninistas de Pablo Iglesias podrían seguir el mismo camino estratégico que sus bisabuelos, pero sólo, como ocurrió entonces, si la derecha les forzase a ello, nunca lo hicieron ni lo harán ahora por iniciativa propia o por voluntarismo. Lo llevaron a cabo por necesidad.

Ha llovido mucho desde entonces. Pero la política, como hija predilecta de la Historia, suele ser tozuda y repetitiva si no se aprende de los errores del pasado.

Si el PP y todo el poder económico que representa quiere un PSOE moderado y centrado no debe tomar iniciativas legislativas que le empujen hacia posiciones cada vez más radicales e izquierdistas. Este es el aviso que ha lanzado Sánchez al ordenar a sus eurodiputados que se distancien de grandes acuerdos entre conservadores y socialdemócratas.

Al PP  no le convienen los frentes populares. Rajoy debería verlo. De lo contrario propiciará un 2015 muy movido. Al PP ya se le ha incendiado  el problema catalán al haber situado su ideología por encima del pragmatismo cuando consiguió la mayoría absoluta el 2011.

Convedría que no cometiese el mismo error con el PSOE empujándole hacia el radicalismo.

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