OPINIÓN

Salvemos Magaluf

Pablo Torán | Jueves 10 de julio de 2014
Uno de los mayores placeres de ir a visitar Mallorca es poder salir a correr por la zona de Sol de Mallorca y acabar en el paseo marítimo de Magaluf, al lado de su preciosa y larga playa. La  lástima es que, solo a unos metros de esa playa, haya una calle como la de Punta Ballena, donde los teóricamente civilizados turistas británicos dan rienda suelta a sus más bajos instintos con la complacencia de nuestras autoridades, que lo permiten.

Yo conozco perfectamente Magaluf, pues mi casa no queda lejos de allí. Por eso, por conocerlo, siento profundamente que este bello municipio haya adquirido la fama que determinados medios le están dando. Lo último ha sido que una cadena británica ha hecho un programa de televisión sobre las actividades que ese indeseable turismo realiza en Magaluf, que básicamente consisten en emborracharse día tras día, pelearse, tomar drogas e, inexplicablemente, saltar a la piscina del hotel desde el balcón.

En todo caso, lo primero de todo, quienes deberían avergonzarse de su juventud son los ingleses, no los mallorquines, que son quienes exportan a esos agradables jóvenes cuyos desmadres utilizan para ganar audiencia.

No obstante, la verdad es que es una auténtica desgracia para Magaluf contar con este tipo de turismo y no me cabe duda de que las autoridades deberían tomar nota y evitar que esto siga pasando. Deberían apoyar a quienes, con todo en contra, siguen apostando por Magaluf. Debemos tomar medidas contra ese turismo y no podemos dejar pasar más tiempo. Mallorca no puede tener guetos en los que quepa este turismo.

No es ningún secreto que cadenas hoteleras como Meliá han hecho un gran esfuerzo por acondicionar los hoteles de la zona y revestirlos de una calidad superior, para recuperar Magaluf, pero sin una regulación que vete el vandalismo y las prácticas como el “mamading” es como predicar en el desierto. Ellos solos no pueden.

De igual manera, es una lástima que los medios de comunicación mallorquines y generales extraigan provecho de tanto descerebrado, pues a menos de un kilómetro de ellos, subiendo esas cuestas que con el calor del verano se convierten en un rompe piernas, te puedes encontrar con esos pinares infinitos de un color que solo tienen en Mallorca. O con innumerables calas a las que solo puedes acceder si conoces el camino. O con Portalls Vells o el Mago. Y si sigues un poco más, con Porto Adriano y con Santa Ponça.

Si no hacemos algo todos ya mismo, entre todos lo habrán matado y el solo se habrá muerto. Salvemos Magaluf.

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