Si por el Govern fuera, hoy Jaume Sastre estaría muerto.
No soy especialmente amigo de Sastre. No estoy de acuerdo con algunas de sus formas y opiniones. He sido maltratado en más de una ocasión por el Lobby per la Independència. Por tanto, no tengo grandes motivos para defender a Jaume Sastre, aunque este hecho no conlleva valorar en su justa medida lo que ha pasado durante las últimas semanas.
Sastre inició una huelga de hambre con la única intención de que el Govern negociara con la comunidad educativa. Fue una decisión personal respetable, por mucho que se pudiera no compartir su idoneidad. Durante los 41 días que duró la huelga pudimos observar el deterioro de Jaume Sastre y la ignorancia más absoluta por parte del Govern.
A muchos esta actitud del Govern nos ha sorprendido. Independientemente de las ideologías está la humanidad, la capacidad de diálogo, la altura de miras, el sentido de Estado, los sentimientos. Asusta que el Govern se haya mostrado tan indiferente ante una persona que se estaba jugando la vida. Asusta la falta de sensibilidad y flexibilidad. Asusta que no quieran escuchar. Asusta que sean incapaces de albergar la más mínima duda sobre sus actuaciones. Asusta la prepotencia. Asusta el absolutismo. Asustan las formas y las palabras.
Sólo cabe lamentar que algunos crean que los ciudadanos solo servimos para votar cada 4 años, que piensen que la democracia participativa es una broma, que nos traten como borregos.
Otro sí digo, si por el Govern fuera, hoy Jaume Sastre estaría muerto.