Domingo 22 de junio de 2014
La persistencia de la crisis económica continúa siendo brutal en Balears. En este contexto tan hiriente e inhumano para una una parte de la población, la labor abnegada y solidaria de Cáritas Diocesana se ha convertido en impagable. En el duro 2013, Cáritas aportó su ayuda a casi once mil personas de Mallorca, dos terceras partes de los cuales son familias con hijos. Espeluzna pensar lo que habría podido pasar en esta isla sin Cáritas. ¿Qué habrían hecho miles de ciudadanos desesperados para poder alimentarse o dar de comer a sus hijos, inmersos en un insuperable estado de imperiosa necesidad?
Cáritas es estos momentos un pilar básico de nuestra sociedad. Su tarea permite que otros, mucho más favorecidos y con recursos, puedan salir a la calle sin temor. Permite que la calma y la serenidad imperen donde, en otras circunstancias, lo harían la ira, el odio y las ansias de venganza ante la injusticia, como ha pasado en otras épocas del devenir humano, cuando durante las crisis y las escaseces estallaban a veces explosiones de violencia.
Ahora no. En la actualidad esta organización se preocupa hasta la extenuación por los segmentos marginales, por los que al quedarse sin trabajo y sin recursos no se quedan sin alimentos ni apoyos. Y muy por encima de las ayudas materiales de supervivencia, lo más importante que aporta Cáritas Diocesana es seguridad, es su capacidad para aliviar la angustia y el miedo de los que más padecen. No sólo ha acabado con el sufrimiento físico de la falta de víveres o bienes de primera necesidad, sino también con la degradación moral de que supone la pérdida de la esperanza.
Esta crisis también será superada, al igual que lo fueron tantas otras a lo largo de los siglos. Pero cuando regresen las horas de la abundancia y de la serenidad, que nadie olvide lo que ha hecho Cáritas para salvar a los náufragos en plena tempestad social. Con esta labor ha salvado dignidades y ha inyectado fe en el futuro a muchos ciudadanos. Sobre todo a los que han pasado por tiempos muy difíciles, pero también a los que han podido seguir adelante porque el tejido social ha continuado estable a pesar de las dificultades, sin resquebrajarse ni romperse.
Cáritas es y ha sido espejo de coraje cuando el barco social daba bandazos. Hay que tenerlo muy presente. Siempre.
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