Todo debate es esencialmente bueno para una sociedad y, en la mayoría de los casos, contribuye a enriquecerla y a incrementar su madurez democrática.
No es correcto desechar ninguna idea ex ante y considero necesario que exista un espacio de libertad en el que discutirlas.
Ahora bien, dicho lo anterior, lo cierto es que existen determinados debates que no caben -o no deberían caber- en determinados contextos, sobretodo cuando son introducidos artificialmente por un determinado sector.
Por si alguien no se ha dado cuenta, me estoy refiriendo a la reciente coronación de Felipe VI. Aunque muchos hayan pretendido convertir su coronación en un debate entre monarquía y república, lo cierto es que no es así. Me explico.
La abdicacion de Juan Carlos I y la ulterior coronación de Felipe VI no es más que una consecuencia constitucionalmente prevista. España es -todavía- una monarquía parlamentaria y, a rey muerto, rey puesto (metafóricamente muerto, me refiero).
Es decir, la votación de las Cámaras Parlamentarias no era un debate monarquía-república, sino un mecanismo constitucionalmente previsto. Punto. No era un debate ideológico.
Por otra parte, creo que el debate entre la monarquía y la república no va a acabar, ni mucho menos, aquí. Es perfectamente lícito, y no es inherente ni a la izquierda ni a la derecha, creer que una república es mejor forma de estado que la monarquía.
No obstante, lo que no resulta de recibo es que determinados partidos instrumentalicen una votación parlamentaria para generar un debate que, en ese momento, no tiene cabida.
Si alguien quiere que se debata la forma de estado -o incluso si quiere cambiarla- lo que tiene que hacer sencillo: ganar las elecciones por mayoría absoluto y modificar la Constitución Española, pero que no se valgan de un momento complicado para España para generar debates falaces.
Monarquía o República, opciones plenamente válidas, pero nos guste o no, con arreglo a la Constitución.