“Si un hombre deja tuerto a otro, lo dejarán tuerto”.
“Si le rompe un hueso a otro, que le rompan un hueso”.
No lo digo yo, es la Ley del Talión que contiene el Código de Hammurabi.
Sucedió en Irán, pero las imágenes han dado recientemente la vuelta al mundo. Se acercaba el momento de una ejecución de pena capital por asesinato en aplicación de la Sharia, sólo faltaba que los padres del fallecido dieran el protocolario “sus”. Fue cuando saltó la sorpresa. La madre de Abdollah Hosseinzadeh, un joven que murió en las calles de la ciudad de Royan por herida de arma blanca, decidió que Balal, asesino de su hijo, siguiera con vida. Ella misma le quitó la soga del cuello.
En un momento en que la sociedad se ha vuelto más ávida de ajusticiamientos ejemplares que nunca, llama la atención que una madre tenga la misericordia necesaria para entender que el dolor sufrido por la muerte de su hijo, no ha de ser trasladado también a otra madre, por muy asesino que fuese su engendro.
Y más valor adquiere este hecho al haberse producido en un contexto como el del régimen chiíta, donde observamos a un Ayatolá y secuaces que poco se ruborizan ante el mundo entero por mantener salvajadas como la lapidación.
¿Debemos de perdonar a quien no pide perdón? Es una pregunta que imagino nos hacemos todos. Lo fácil es pensar que quien no muestra arrepentimiento no merece ninguna indulgencia, sobretodo porque puede responder a la bonhomía con ingratitud y repetición. Sin embargo, por encima del sinsabor que puede dejar el desprecio del infractor, está la serenidad y entereza de aquella alma que necesita pasar página y mirar hacia delante para fortalecerse.
Es imposible ponerse en la piel de madres que han sufrido hechos como el de Hosseinzadeh, y lo habitual es que la gran mayoría sólo consigan una mínima calma espiritual cuando el causante de su pesar ha sido castigado duramente. A pesar de ello, lo que despierta admiración es adoptar la actitud contraria. La clemencia demuestra estar hecho de una pasta especial.
Corolario: Ojo por ojo, todos ciegos.