Xisco Cruz | Lunes 28 de abril de 2014
La ira de las peñas en rueda de prensa, los rostros desencajados de algunos jugadores tras perder, el discurso perdido de Carreras, el pánico de los periodistas a perder su empleo, el silencio que emana del palco, la crudeza de los números de la clasificación.
La grave situación económica, las exhibiciones de fuerza en cada consejo de administración, el desencanto de la grada, el espejo de históricos como el Racing de Santander, futbolistas cedidos llamando a sus agentes en busca de un futuro lejos de la Isla, el pavor a dejar de existir.
Esto va en serio y ahora parece que al fin nos hemos dado cuenta. El problema del Mallorca no es descender, es que si lo hace acabará convertido en ceniza. Podemos señalar con el dedo a jugadores, dirigentes, técnicos o a la mascota, pero ahora de poco sirve. Igual ya es tarde.
Noticias relacionadas