OPINIÓN

Lamer palabras

Francesca Jaume | Miércoles 23 de abril de 2014

“Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero,
que buen caballero era”


No lo digo yo, es el inicio de una poesía incluida en ‘Marinero en tierra’, de Rafael Alberti.

¿Qué es preferible, leer literatura 'basura', o no leer?

Es una pregunta que se formulan muchas veces quienes se consideran 'lletraferits'. Cometeré la osadía de realizar una analogía con un caso que puede resultar equiparable: ¿Vale más comer hamburguesas de composición dudosa o no ingerir alimento alguno?

No creo que exista una respuesta absoluta, porque aunque podamos convenir que las hamburguesas nos salvan de morir de inanición, no es menos cierto que nos place más el silencio que según que ruido que se hace pasar por música.

Habitualmente, el consumidor de literatura de segunda -permitidme esta denominación un tanto clasista- no es consciente y se adormece en el placer que le proporciona el ‘fastbook’, aun a riesgo de morir de una parada cardiovascular. El caso paradigmático son las novelas de Arlequín, pero también podríamos incluir aquí muchos best sellers. Están elaborados a propósito para crear adicción, la asimilación resulta más que evidente.

Al final, la dependencia se la crea cada uno con sus hábitos. La buena literatura, como el pescado fresco, te proporciona riqueza de paladar, porque aporta el conocimiento necesario para poder distinguir la calidad de la bazofia. Uno nunca se arrepiente de haber devorado un buen libro, y solo desea poder tener de nuevo esa explosión sensitiva en la boca.

¿Cómo saber cuándo estamos ante un buen libro? Hoy en día ya no tenemos excusa. Igual que la lista de Estrellas Michelín, las críticas literarias están al alcance de nuestra mano a través de cualquier motor de búsqueda. Sin embargo, se agradece poder tener desde joven un buen guía literario. Yo lo tuve, en BUP y COU. Se llama Juanjo Delgado, y aunque le perdí el rastro, me sigo levantando la tapa de los sesos ante él.

El escritor francés Daniel Pennac, en su recomendable 'Como una novela', realiza un decálogo de los 'derechos del lector', entre los que destaco el derecho a dejar un libro a medio leer si no nos resulta sabroso. Pues ya lo sabéis, fuera remordimientos.

Corolario: Degustad libros. La falta de comida hace caer los dientes.


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