Pablo Torán | Jueves 17 de abril de 2014
En plena resaca copera por la incontestable victoria madridista sobre el Barcelona, nos despertamos con la noticia de que la UDEF está investigando lo que podría ser el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia española. En otra cosa no seremos mejores que los europeos, pero en lo que a la corrupción se refiere no hay quien nos gane.
En esta ocasión lo que se está investigando es una posible malversación de 2.000 millones de euros que debían ir dirigidos a impartir cursos de formación para desempleados en Andalucía. Es decir, de confirmarse esta noticia, se habrían metido en el bolsillo el dinero destinado a formar a los desempleados de una de las regiones con mayor desempleo de Europa.
Según publica El Confidencial, la Junta de Andalucía aprobó en el año 2009 normas en materia de reparto de ayudas para la formación que habrían facilitado el reparto incontrolado de dinero y que, según indica el citado medio, supuso “la eliminación de cualquier tipo de control sobre esas ayudas”.
El caso es que ayer un portavoz de la Junta de Andalucía salió ayer afirmando que el Ministerio del Interior debía rectificar de inmediato esas acusaciones y que no sabían de donde salía la cifra de dinero presuntamente malversado. Yo, desde aquí, si es que se confirman las acusaciones tras la oportuna judicialización del asunto, quiero darles mi más sincera enhorabuena. Era muy difícil superar cuantitativamente los anteriores casos de corrupción andaluces como los ERES.
El caso es que, lamentablemente, este ni es ni será el último caso de corrupción del que tendremos conocimiento. Lo que me pregunto es si realmente existe una manera para atajarlos o si se trata de un mal sistémico imposible de erradicar y con el que tendremos que convivir gobierne quien gobierne.
A mí no me sirve que la garantía del correcto funcionamiento del sistema consista en confiar en la honradez de unas personas a quienes no conozco. Ciertamente, que la proliferación de los casos de corrupción dependa de la honradez de quienes estén en el gobierno de turno me provoca la risa. Una risa de puro cabreo, por cierto.
Lo que quiero decir, aunque el desarrollo de esta idea no quepa en unas pocas líneas, es que es urgente que se tomen medidas que verdaderamente puedan erradicar la enorme corrupción que nos asola. Es urgente que se adopten medidas que impidan que el funcionamiento del sistema dependa de que sus actores quieran que funcione. La creación de organismos de control independientes que desempeñaran su labor de manera efectiva ayudaría mucho, por ejemplo.
Pero, ¿dónde está el problema, amigos? El problema radica en que quienes tendrían que aprobar esas normas son los mismos que se verían afectados por su aplicación. ¿Ven cómo hay algo que no funciona?
Ahora bien, lo más divertido es que parte del dinero presuntamente malversado provenía de Europa, que ya ha advertido que pedirá explicaciones.
Bienvenidos a España, señores de la Comisión Europea. #MarcaEspaña.
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