Jaume Santacana | Martes 08 de abril de 2014
Hace aproximadamente cincuenta años que circulo sobre una motocicleta y todavía no me he enterado de la puta ley de la física universal que enuncia la causa del hecho que dos redondas ruedas colocadas estratégicamente una tras otra consigan que un individuo de complexión mínimamente atlética no se pegue un solemne morrazo y se dedique, durante un determinado período de tiempo, al noble ejercicio de besar el impertérrito asfalto; el vehículo, con un cierto impulso, claro. A moto parada, ya lo visualizo con algo más de transparencia.
La crisis económico-social y las ganas de andar por la vida haciendo el borde han hecho aumentar el parque “motorístico” de manera harto brutal. Las consecuencias que se derivan de esta realidad producen que, hoy en día, exista un auténtico aluvión de los citados bichos ruidosos.
Lo peor de todo este asunto es que el crecimiento desorbitado de vehículos a motor, con dos ruedas, ha hecho aumentar desproporcionadamente el número de energúmenos que los montan; de tal manera que, actualmente, lo más difícil es intentar esquivar salvajes que pululan de manera inconsciente por la jungla del ya mencionado asfalto.
Vengo observando excesivas dosis de tolerancia entre los componentes de los cuerpos dedicados a la vigilia, prevención y regulación del tráfico rodado.
Puesto que las cosas están de ese modo, propongo humildemente una solución: dedicar un nuevo cuerpo de policías a la caza de los infractores comunes imponiendo multas desorbitadas (a más imbecilidad cometida, más pasta) y llegar a enrolar a los susodichos motoristas más pecaminosos en ristras humanas que tengan como objetivo arrastrar, con cuerdas, autobuses. Sí, como “Ben-Hur” pero en lugar de esclavos tirando de colosales piedras, motoristas descastados, a golpe de látigo, desplazando con sus brazos al transporte público urbano.
¿Aprenderán?
Yo, por si acaso, he querido contribuir al bien común con mi diminuto granito de arena. De paso, la iniciativa contribuiría eficazmente a liberar el ambiente de la dichosa polución provocada por los gases (de motoristas y de autobuses). Eso sí, los otros conductores de motocicletas, los civilizados, deberían ir con sumo cuidado para no patinar con el sudor y la sangre de los arrastradores…
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