Sábado 15 de febrero de 2014
La CAEB está en proceso de renovación con la apueste de Carme Planas como nueva presidenta con el hotelero Aurelio Vázquez como su mano derecha. No hay duda de que ambos gozan de un enorme reconocimiento social y que encarnan a la perfección el proceso de sucesión del histórico Josep Oliver. Pero no hay que llamarse a engaño. La organización empresarial por excelencia necesita un profundo impulso que parta del consenso y de aunar en los mismos objetivos compartidos a la práctica totalidad de las empresas asociadas. Hace falta una CAEB que sepa hacer escuchar su voz en todos los momentos críticos o complicados y en todos los foros que sean necesarios. Hace falta que sus dirigentes sepan transmitir el vigor y los intereses de sus representados, sobre todo en tiempos tan complicados como los actuales. Hace falta mucho diálogo y mucho consenso interno y a la par mucha presencia exterior.
Con timideces y querer contentar al poder político de turno dificilmente se alcanza la deseada cohesión interna. El aparato de la organización en su conjunto es consciente de que se acercan tiempos en los que ya no tendrán tanto sentido las connivencias de antaño. El papel reservado a los agentes sociales en una sociedad tan dinámica como la actual no entiende tanto como antes de connivencias y complicidades. La ilusión y el entusiasmo han de surgir del propio telurismo de las organizaciones, demostrando la fuerza que acaba por infundir respeto.
Carme Planas es una aspirante ideal a presidir la CAEB. Despierta expectación y hay ganas por conocer sus ideas, inquietudes y visión de la sociedad balear. Mientras, Josep Oliver deja el cargo dando muestras de un gran señorío, apostado por los que le suceden, pero permitiendo que desde el primer momento tracen su propio camino. Ahora hace falta saber si el grueso de los empresarios asociados harán piña con la nueva dirección. Todo indica que será así, siempre que se hagan bien las cosas.
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