Xisco Cruz | Lunes 27 de enero de 2014
Es difícil a estas alturas ser original al hablar de Rafa Nadal, descubrir algo diferente, dar con el adjetivo. Pero sí que hay que atreverse a considerar al atleta de Manacor como el mejor deportista español de todos los tiempos. Incluso en la derrota. Sin ningún tipo de pudor, aun sin esperar a lo que pueda rellenar en su currículum a partir de ahora.
Hace tiempo que nuestro país asiste a gestas históricas de primera magnitud, pero generalmente en deportes colectivos o en otros en cuyo valor también asiste el cubicaje de la moto o la velocidad del coche. Así pues, podemos medir a Nadal con cualquiera sin temor a equivocarnos.
La imagen del tenista llorando por el dolor de espalda en la final de Australia es tan gráfica como simbólica, porque el mundo entero entendió que sólo su propio físico es capaz de arrebatarle títulos. Vendrán más y nadie conoce su límite, por lo que su hoja de servicios seguirá sumando líneas. Por eso Nadal, aun en activo, ya es el mejor de la historia.
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