EDITORIAL

Rajoy, el turismo y Baleares

Miércoles 22 de enero de 2014
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha aprovechado su discurso en Exceltur para proclamar el que de sobras se sabe en Baleares: "El turismo es el mascarón de proa de la economía española". Cabría corregir a Rajoy: el turismo, además del mascarón de proa, es la quilla, el timón y la arboladura de la actual y depauperada estructura productiva hispana. Y Baleares está a la vanguardia de esta realidad. Sólo el turismo ha resistido el embate de la crisis. A partir de esta evidencia, no se comprende a Rajoy. ¿Porqué el Gobierno central es tan avaro con Baleares? ¿Porque le araña todo lo que puede de la financiación autonómica? ¿Porqué no palía en la medida de lo posible es actual y vergonzoso déficit fiscal? ¿Porque no corre en ayuda de Baleares para fortalecer su estructura productiva e institucional y convertirlas en motor de recuperación?

El turismo es proa, cierto. Pero el actual mascarón de de Palma es un Palacio de Congresos que no se puede terminar por falta de recursos. Su puesta en marcha supondría un espaldarazo importante para potenciar el sector y para luchar por la desestacionalización. Pero Rajoy se desentiende. Lo mismo podría decirse de las inversiones públicas para reconvertir la Playa de Palma. O de tantas otras acciones que podría hacer Madrid por el Archipiélago que repercutirían en una mejora de la economía nacional.  Las Baleares avanzan ahogadas por la deuda pública, pagando la gasolina carísima y viendo como en Madrid nadie se preocupa por paliar los costes de la insularidad o por hacer realidad el Régimen Especial Balear que hace tres lustros aprobaron las Cortes entre bombo y platillo pero que jamás se ha convertido en realidad.

Las reglas del sentido común dictan que la estrategia más inteligente para superar una crisis es invertir en los sectores productivos más sanos y pujantes para que tiren del carro. Los apoyos de Madrid hacia Baleares ya no son sólo un acto de justicia, ya no son únicamente un reconocimiento a décadas de espolio, son una cuestión de supervivencia tanto para los capitalinos como para los isleños.

El mascarón de proa comienza a estar demasiado gastado por el esfuerzo. Es necesario que Rajoy lo tenga muy presente y ayude, para hacer posible que el barco no pierda definitivamente el norte.

Noticias relacionadas