Jaime Orfila | Sábado 04 de enero de 2014
Las empresas tecnológicas coinciden en que en el año 2014 se van a generalizar las contraseñas biométricas para la activación o bloqueo de los dispositivos electrónicos. La voz, la huella dactilar y el iris se irán introduciendo de forma sistemática en los ordenadores personales y en las nuevas versiones de las tabletas y los smartphones. El bloqueo y desbloqueo de los ordenadores y los teléfonos móviles se realizará de una forma tan atrevida e innovadora como la que venimos observando en la ficción; la realidad nos transportará donde nos había trasladado años antes la imaginación.
Se encuadran en un grupo de avances tecnológicos que aumentan la usabilidad y la seguridad. Identifican de forma inequívoca al usuario, evitan los problemas que se generan al olvidar las múltiples contraseñas -cada vez más largas y complejas- y dificultan el acceso furtivo y delictivo ante descuidos o déficits de precaución. Precisamente, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la era tecnológica, son los usos inapropiados de los dispositivos. Todos los esfuerzos encaminados a aumentar la seguridad y preservar la confidencialidad son bienvenidos. No siempre es fácil identificar con certeza quien está detrás de un correo electrónico, de una cuenta de Facebook, de una grabación, o quien está realizando actividades encaminadas a obtener información reservada o secreta espiando los mensajes personales o corporativos.
El alto cargo de la actual administración que enviaba correos difamatorios con identidad falsa desde el ordenador público, desde el ordenador personal y desde el ordenador de un letrado, quedó claramente identificado por la confluencia de las direcciones electrónicas; pero en casos menos evidentes, las acciones delictivas también podrán ser identificadas con precisión. La huella es personal e intransferible y la apertura de una sesión electrónica o de las propias aplicaciones informáticas, dejará una marca irrefutable. Los sabotajes informáticos y la usurpación de personalidad tendrán un obstáculo añadido en un mundo en el que la privacidad queda cada vez más cercenada.
En esta misma línea, se espera un gran desarrollo de la medición continua de las constantes vitales del organismo. La temperatura corporal, la presión arterial, el ritmo cardiaco, la saturación de oxígeno y las propias apneas en el sueño, podrán ser registradas y transmitidas con dispositivos electrónicos de uso común.
¿Quién iba a decir que los sofisticados y voluminosos sistemas de lectura colorimétrica para determinar la cantidad de oxígeno o de dióxido de carbono en la sangre se convertirían en simples y económicos artilugios de bolsillo? Algunos apuntan que en pocos años se podrán determinar la glucosa, el colesterol, los indicadores de función renal o hepática sin tener que extraer sangre y sin desplazarse, desde el propio domicilio. Vivir para ver.