Domingo 29 de diciembre de 2013
Cada vez hay más detenidos por una nueva actividad delictiva muy difícil de controlar pero que demuestra donde están los nuevos modos de subsistencia fuera de la ley ahora que la crisis golpea con dureza: el robo de metales como el cobre o el hierro, cada vez más escasos y caros.
El tráfico de estos metales es cada vez más grande al amparo de la relativa facilidad que supone conseguirlo y la presencia de redes que consiguen colocarlos en los puestos de reventa. Empresas que trabajan con estos metales, especialmente las eléctricas, y numerosos particulares ya han padecido la acción de los ladrones. El tráfico va en aumento, señal clara que los metales de calidad comienzan a ser escasos.
El peligro de esta actividad, que es cada vez más rentable, se centra en que incrementa la actividad delictiva en muchas zonas hasta ahora aparentemente exentas de peligro. Cualquier casa, granja o lugar periférico no estrictamente urbano corre el peligro del asalto. Los delincuentes esperan a que los propietarios se marchen para entrar a apropiarse de los metales que puedan llevarse y transportar.
Hace unos años parecía una delincuencia de baja intensidad, casi inofensiva. Hoy en día preocupa cada vez más. Tal vez habría que potenciar los agentes especializados para combatir este tipo de actividades, sobre todo para saber como se montan las redes y hacia donde se dirige el material sustraído. Y, sobre todo, saber a la perfección quienes son los beneficiarios de estas actividades, cada vez más lucrativas.
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