OPINIÓN

La huelga que viene

Marc González | Jueves 17 de octubre de 2013
El próximo día 24, los sindicatos de la enseñanza -también los de la concertada- tienen convocada una jornada de huelga contra la LOMCE, segunda ley educativa del PP en nuestros 34 años de democracia formal. Como todo el mundo sabe, aquí la política educativa se ha diseñado tradicionalmente desde la izquierda, porque el centroderecha se ha mostrado incapaz siempre de consolidar sus modelos. Desde la olvidada LOECE de la UCD, pasando por la Ley de Calidad hasta este engendro indigerible de la LOMCE, ninguna ley educativa no socialista ha conseguido desplegarse. Y lo malo es que ésta tampoco será una excepción. Digo más, es la peor de todas las leyes elaboradas en materia educativa por el PP. Nace tarde y nace muerta. Todo un logro de Wert, que ha conseguido unir en su contra -aunque por motivos bien distintos- a toda la comunidad educativa. La Ley de Calidad, con sus defectos, tenía el respaldo social mayoritario del espectro ideológico del que provenía. Las leyes socialistas, también. Ahora, ni eso. La LOMCE, en contra de lo que se empeñan en decir algunos sectores de la izquierda -que parecen seguir viviendo en 1936- no beneficia para nada a la Iglesia, ni a la escuela privada, ni mucho menos a la escuela concertada de iniciativa social. No efectúa variación alguna con respecto a la enseñanza de la religión -se pongan como se pongan, ningún gobierno socialista ha tocado ni una coma de los acuerdos de España con la Santa Sede de 1979, que obligan a ofertar la asignatura en todos los centros-, ni supone ningún avance en la concreción del derecho a elegir colegio de acuerdo con las propias convicciones de cada familia, derecho que, por si alguien no lo sabe, no se inventó aquí, sino que deriva de tratados internacionales sobre derechos de las personas suscritos por todos los países civilizados. La LOMCE agrava el drama de un sistema educativo fracasado por falta de consenso. El bipartidismo no ha servido para nada. De hecho, es la causa de que nos aprestemos a poner en marcha la octava ley educativa general desde la transición. Una cada cuatro años. Una ley que ya sabemos que si cambia el ejecutivo, o incluso si el PP tiene que pactar para gobernar, no va a desplegarse. Eso no lo resiste ningún sector productivo, pero los docentes están obligados a soportarlo y que luego les reprochen los resultados de sus alumnos. Lo gracioso del caso es que muchos de los políticos de la izquierda que ahora apelan al consenso callaron como putas cuando se trataba de una ley que estaba elaborando su partido, como la LODE, la LOGSE, la LOPEGCE o la vigente LOE. En ese momento, les importaba una higa el consenso de la otra parte, aunque ciertamente lo de la LOMCE no tiene parangón. La huelga del 24 no arreglará nada y las víctimas inocentes volverán a ser los alumnos, pero el gobierno tendría que reflexionar de una vez para evitar contribuir al hastío ciudadano en una materia de estado en la que, por puro sentido común, todos los partidos debieran trabajar unidos.

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