Armando Pomar | Miércoles 25 de septiembre de 2013
A está a punto de llegar la Tercera República: al rey le queda poco y al niño no le quieren.
Y ya que estamos, impondremos la justicia del Pueblo. Juicios populares que acaben con tanto facha y político de derechas que se han enriquecedlo gracias a los más humildes. Y meteremos en la cárcel a todos los banqueros. De hecho nacionalizaremos todos los bancos y repartiremos el dinero de las antiguas Cajas de Ahorro entre los vecinos de la localidad.
La Revolución ya está en marcha.
El poder del pueblo para el pueblo.
Y ni Europa ni leches. Ya está bien de tanta tontería. Aquí lo único que nos debe importar es que pasa con lo mío. Y si hay que volver a las barricadas para conseguirlo, se monta una en medio de las Avenidas y no veas que pitote. A ver si viene el Isern y nos dice que nos quitemos. Lo de los chicos indignados no será nada comparado con la fuerza del pueblo.
La historia nos contempla y nos anima a ser los protagonistas. Hay que echarlos a todos.
La verdad es que ya eran las tres de la madrugada y nos habíamos bebido una de Gin y otra de Ron. Y ya no quedaban más refrescos. Inés, que es la más lista de todos nosotros, terminó la cena con una pregunta: y si lo qué tenemos que cambiar es nuestra forma de ser?. Los ciudadanos somos los culpables de toda esta situación. A los que mandan hay que recordarles que nosotros pagamos sus sueldos. Hay que exigirles que respondan ante los jueces y ante el pueblo por sus errores y por sus acciones.
Hay que empezar a ser ciudadanos.
No como los de Robespierre, ni como los de Merkel, debemos ser como los españoles que soñó Antonio Machado:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
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