María Juan | Lunes 09 de septiembre de 2013
Cuánta broma y cuánto chascarrillo corre por las redes sociales estos días.
TIL y Madrid 2020 estimulan el sentido del humor de los ciudadanos. También el “servicio de salud de España” resulta gracioso. Bromear es gratis y saludable, necesario para aguantar y seguir.
Frente a la estupidez del porqué yo lo digo, de vez en cuando surgen límites. Hasta para los más prepotentes.
No puedes jugar con la estabilidad de los pilares sociales a base de “Decretos”, sin tener en cuenta la necesidad y debilidad de aquéllos que de tu trabajo dependen.
Haber sido eliminados de la carrera olímpica es una pérdida para el país en general. Se vislumbraba cierto optimismo económico que tan necesario es.
Frente a esa ilusión, también daba mucha pereza verte obligado a imbuirte de sentimiento españolista sin sentido y con retranca nacionalista. Esta exaltación del españolismo sin ningún espíritu deportivo. Es innecesario y perjudicial.
La prepotencia sólo denota una cosa: pobreza de espíritu.
Se creen capaces de dar lecciones al prójimo, de mirarte por encima del hombro. Se coronan con la cátedra de la razón porqué sí, y en realidad esconden miedo, pobredumbre y miseria. Y siempre atacan al más débil.
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