OPINIÓN

Cambia tu destino

Gema Muñoz | Viernes 26 de julio de 2013
De todos es conocido que la japonesa es una sociedad mística y también amante de experimentar en cualquier ámbito, la última tendencia entre los nipones es modificar las líneas de la mano mediante cirugía plástica, en un vano intento de cambiar su destino.

Lejos de ser una superstición, para muchos la quiromancia es una realidad y hoy en día modificable. Mediante el procedimiento que cuesta alrededor de 900 euros se alargan las líneas de la suerte o la del dinero. Estoy convencida de que las mujeres que sufren de “ageism” o discriminación por razones de edad, estarían dispuestas a someter a cirugía, pero una concienzuda, a los cerebros de quienes las discriminan.

Hace unos días llamaba poderosamente mi atención, las escandalosas declaraciones del CEO y fundador de la firma Asos, -una de las cadenas de venta de moda con mayor relevancia en el Reino Unido-, al poner en entredicho la capacidad profesional  de su directora Kate Bostock, de la que ha dicho que debido a su edad, ya no encaja “en la cultura del momento ni de la empresa” y a la que por supuesto ha despedido; no conforme con estas palabras aclara que la media de edad entre su personal es de 27-28 años.

Que el mundo de la moda es competitivo, no es ninguna novedad, que en él se está condicionado a tres directrices: la edad, la belleza y la juventud, tampoco es novedad. Pero en los últimos años parece que la juventud se reconfirma como un factor imprescindible para trabajar o “ser algo” en la moda y en muchos otros ámbitos.

Por desgracia, no es la primera vez este tipo de discriminación en la industria de fashion, inolvidables son las declaraciones de Mike Jeffries CEO de Abercrombie & Fitch quien no quiere en sus tiendas “personas de tallas grandes, solo quiere gente guapa y delgada”, supongo que seguía aquella premisa de Coco Chanel quien decía “Nunca se es demasiado rica ni demasiado delgada”.

Lo preocupante, como decía un experto es que “se cría a las mujeres para que piensen que tienen que ser jóvenes y delgadas siempre” y claramente se duda de su capacidad profesional una vez superados los cuarenta años, lo que convierte la edad en un impedimento para acceder a determinados puestos de trabajo.

Aún queda mucho por hacer, aún la lucha no ha terminado, y aún la sociedad tiene que aprender que no puede pretender que  mujeres u hombres seamos eternamente jóvenes.

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