El miembro de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada Joan Carrau ha demostrado que más que buscar las pruebas que nos permitan descubrir la verdad de los hechos que investiga, en primer lugar construye en su imaginación y a partir de lo que lleva años leyendo en un medio de comunicación y luego monta la historia haciendo que los testimonios de otros acusados digan lo que él quiere oír, utilizando los medios que hagan falta sin importar cómo ni cuáles. Las piezas a batir son Jaume Matas y Maria Antònia Munar. El resto es caza menor para la Fiscalía, pero que le pueden ayudar a batir las piezas que codicia. Se persiguen hechos delictivos reales pero sobre todo capturar a sus objetivos con la vista puesta al tendido.
Todo lo que dijo Vicens en sus cartas a Munar, aportadas por esta al principio del juicio y reproducidas en mallorcadiario.com son, a la luz de lo acontecido y de lo dicho por el fiscal Carrau, completamente ciertas. Desde “te tienen bien emproada, no bajes la guardia”, pasando por “no me dejan tranquilo, siguen coaccionando y presionando” y terminando en “no les basta la condena, tienen que seguir torturando, es una vergüenza”. Y eso no es la fortaleza del Estado de Derecho, como se esfuerza en reivindicar el fiscal. Eso es la perversión del sistema y el desprecio absoluto al Estado de Derecho y a los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Española por parte del Ministerio Público.
Parte la Fiscalía de algo que es una mera conjetura y no está probado: que UM era una asociación criminal. A partir de ahí, de una absoluta ficción elevada a realidad sin ninguna prueba, se escribe un relato y se buscan las pruebas o los indicios que lo sostengan, usualmente testimonios de coimputados, y se desechan los que lo contradigan. De ahí que un testimonio sea válido para la Fiscalía sólo si incrimina, pero no lo sea si exonera. Nadal dijo la verdad en el caso ‘Temps d’Esport’ porque acusó a Munar y ahora, según el fiscal, miente porque dice que la presidenta del Consell nada sabía de la entrega de documentación a Sacresa.
Igual sucedió con los supuestos testaferros, Víctor García y Miguel Sard, acusados de malversación y negociaciones prohibidas en ‘Temps d’Esport’. La Fiscalía reconoció la atenuante de confesión a Sard pero no a García, quien pese a haber confesado su condición de testaferro, negó serlo de Munar. Sólo por ello, por no confesar lo que la Fiscalía quería, no se le reconoció atenuante alguna y se solicitó para él dos años y tres meses de cárcel y 12 meses de multa con cuota diaria de 100 €. Por el contrario, para Sard la Fiscalía solicitó 1 año y 45 días de cárcel y 8 meses de multa con cuota diaria de 10 €. Finalmente ambos fueron absueltos, lo que lleva a pensar que la Fiscalía los acusó sin razones jurídicas suficientes. Tan sólo para amedrentarlos y que declararan a su favor, sin importar la verdad.
Vimos al fiscal Horrach hablar de Antònia Ordinas, como una persona de entereza “digna de admiración”. Ahora vemos al fiscal Carrau hablar de Vicens en términos elogiosos, cuando las presiones que ha soportado y la amenaza de encarcelar a su mujer pidiendo para ella 13 años de cárcel son incalificables y propias, como puso en evidencia José Antonio Choclán, de la Inquisición. Ahora asistimos al enaltecimiento de los “arrepentidos” citando al mafioso siciliano Salvatore Totò Riina, pero a la ciudadanía los pactos de la fiscalía le resultan nauseabundos y es por ello que el fiscal tiene que justificarse. Es fácil pensar que si las pruebas fueran suficientes y concluyentes no tendría necesidad de ello. Su tono parece más propio de un editorial de prensa que del alegato final del juicio a la que fuera presidenta del Parlament de les Illes Balears, no lo olvidemos.
El Fiscal pide 6 años a Munar aunque nada la incrimina en la revelación de secretos, delito que ya no pide para Flaquer. Desprecia el testimonio de Nadal porque ahora no le favorece sus planes para capturar la pieza codiciada. Da valor al testimonio de uno de los “arrepentidos”, Vicens (el más vulnerable dada su condición de preso desde hace 3 años), pero repudiando el de otro “arrepentido”, Román Sanahuja, quien afirmó que la presidenta del Consell jamás estuvo en el fregado. Y a pesar de todo, le piden dos años más a Munar que a Nadal, a quien se le rebaja la petición de pena de 6 a 4 años, nadie sabe por qué ya que no le reconocen la atenuante de confesión.
A Vicens se le recompensa con una rebaja del 89% de la pena solicitada inicialmente al pasar de 6 años a 8 meses tras devolver ni una tercera parte de lo que dice que cobró. Y Román Sanahuja, propietario de Sacresa, liquida el problema sacando el billetero: 3 millones de euros y ¡listos! Cuesta imaginar un despropósito mayor, revestido todo de Justicia. Y protagonizado por los mismos fiscales que recurrieron el auto de citación como imputada de la Infanta Cristina para que no tuviera que dar explicaciones ante el juez José Castro. No encajan todas las piezas y la Justicia no solo debe ser justa sino parecerlo.