Margalida Moner ha cometido el pecado de decir en voz alta lo que cualquier gestor piensa: para reorganizar un departamento en el que sobran trabajadores (todos enchufados, como es lo habitual en la política balear), no hay que hablar sino que hay que hacer. Por lo tanto, en lugar de un anuncio que sólo abre un mar de polémicas y debates, lo que tocaba era lo de Spanair. Por supuesto que todo el mundo está de acuerdo con ella, aunque nadie lo diga porque aquí todo el mundo intenta ocultar la sensatez de sus palabras.
Pero, ocurre que ella también se equivoca. Se equivoca al decir lo que ha dicho (porque eso no se dice, sino que sólo se hace) y porque su partido tampoco está por la labor. Una vez que ella haya aplicado las medidas de control del gasto, vendrá uno de los suyos y hará exactamente lo contrario que ella ha pensado y planeado y la dejará en el ridículo.
Ustedes verán: lo que nos pasa en política no es gratuito, es por la ausencia de referentes estables que, precisamente en una situación de crisis como ahora, se deberían notar más.
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