Aún con el cordón umbilical, los dueños de una granja en Tailandia encontraron a este bebé malherido y enterrado vivo en la parte trasera de su finca. Aunque parecía muy difícil que el recién nacido pudiera llegar a recuperarse, ahora goza de una salud envidiable.
Kachit Krongyut, una mujer de 53 años, había salido a dar de comer a sus vacas cuando oyó unos débiles ruidos que siguió. Al darse cuenta de que venía del propio suelo, decidió escarbar un poco para comprobar si se trataba de algún animal que alguien había intentado sacrificar. Sin embargo, palideció al vislumbrar entre la tierra un diminuto pie.
Fue entonces cuando llamó a su marido Pornchai, quien desenterró por completo al bebé. El recién nacido fue trasladado al hospital, donde los médicos que le atendieron aseguraron que el pequeño mostraba signos de abuso físico y que podían contarse más de diez puñaladas en su pequeño cuerpo. Pero, a pesar de todo, el bebé que aún no tiene nombre actualmente se encuentra sano y salvo y está a la espera de que alguna familia le acoja.
En Tailandia, el aborto es ilegal, a pesar de ser uno de los países con más tasa de embarazo en adolescentes, según explica el diario ‘The Mirror’.
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