Mi guerra, mi dolor infinito

No puedo de dejar de trascribir las reflexiones de un superviviente emocional, que ha crecido y progresado desde una resiliencia construida con una actitud personal de lucha y autocompasión con unos vínculos familiares sostenedores y siempre presentes. Ha sido para mí una suerte conocerlo y aprender de él, de cómo ha conjurado una identidad cerebral muy particular y como él dice “muy compleja”. Yo pienso que ha logrado una honestidad radical y ha logrado encorsetar su astucia competitiva. A fin de cuentas ha conseguido humanizarse des-idealizándose y renunciando a un ilusorio autoengaño de “ser más humano”. “El Fénix según la tradición, se consumía por acción del fuego cada 500 años, y una nueva y joven surgía de sus cenizas, fue el único animal del Edén que resistió la tentación y conservo la vida eterna, es un símbolo a la vez de la inmortalidad y de la resurrección; resurge de sus propias cenizas después de soltar la última lágrima y convertirse en polvo, exhibiendo un plumaje aun más vivaz, más fuerte, más sabio y humano… Yo no quiero la inmortalidad, ni resistir a la tentación, ni tengo tanto tiempo para resucitar pero en mi reside su esencia.

A lo largo de los años, con mis experiencias y pasares, he tenido que reinventarme una y otra vez para acoplarme a los cambios que se suscitan en mi vida. Todos lo hacemos. Unos más rápidos que otros. Yo lidero mis cambios, si caigo me levanto, me quito el polvo y sigo hacia adelante, no consiento la derrota de mí hacia mí, trato de aprender tanto como pueda de las cosas que me pasan. No siempre puedo ganar todas las batallas ni aprender de todas las experiencias. He vivido todo el tiempo en guerra y en ellas, he perdido muchas batallas, han muerto miles ilusiones y han renacido otras, he luchado bajo la lluvia, bajo el inclemente sol, bajo mi mente y contra mi ego. Me ha tumbado el amor, las mentiras, las injurias, los señalamientos, la indecisión, la duda, la rabia, el deseo… pero aún no he sido derrotado. Siempre vendrá algo que me hará morder el polvo, pero no me daré por vencido, ni hoy ni nunca, tocare fondo y me levantare hasta mi último suspiro porque mi ser me lo pide y el me da fuerza.

Sé que puedo mejorar. Sé que puedo crecer, sé que puedo resurgir de mis propios vestigios, aun en medio de esta guerra de nunca acabar, sin ella no soy nada, de ella me alimento, ella me da la vida y ella se la lleva, estoy tranquilo porque me protegen mis ancestros, ellos me esperan para que ocupe mi lugar al lado de mis hermanos y hermanas, en el lugar donde viven para siempre los valientes en el Valhalla. Y cada vez que haga del suelo mi morada, del dolor mi aliado, de mi tristeza mi compañera y de mi soledad mi amante. Reviviré y seré como el Fénix, de cada lagrima haré una experiencia la cual me hará más fuerte, cada dolor se convertirá en luz que veré cuando pase la noche y cuando más muerto me creáis ,resucitaré de mis cenizas y emergeré con un plumaje aún más brillante, más fuerte, más humano, más sencillo, más poderoso…. Lo haré las veces que haga falta, nunca dudes jamás eso, hasta el día que pueda nunca, tocare fondo y me levantare hasta mi último suspiro porque mi ser me lo pide y el me da fuerza.”

Gracias Miguel.

Aun, aquí y ahora que estamos en derrota transitoria pero nunca en doma.