Los datos que conducen a Iberia a la quiebra son muy sencillos: los 41 pilotos de Iberia Express, la nueva filial en la que empresa ha depositado el futuro de sus vuelos interiores europeos, tienen una salario medio de 72 mil euros, mientras que los 1.400 que tiene la vieja Iberia están retribuido a una media de 200 mil euros anuales. Todo lo demás es ruido. Los pilotos están dispuestos antes a provocar el cierre de Iberia que a adaptarse al mercado. Total, si Iberia cierra, su sustituto los contratará por los 70 mil euros que la industria está estableciendo como nueva norma, más cercana a la realidad del mundo, a la de los competidores europeos.
Esta es la esencia del conflicto. Su crudeza. Todo lo demás son palabras. Este es el problema que hace 20 años que España debió de haber afrontado y que seguimos sin resolver. Por eso, y por otras situaciones similares, estamos como estamos.
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