Jaume Matas se ha quedado completamente solo. Después de lo visto y oído en el primer día de juicio, lo único que ha quedado claro es que el expresident del Govern hacía y deshacía a su antojo. Mandaba y los demás tenían que obedecer sin posibilidad de negarse; es más, ni siquiera sabían lo que firmaban.
Lo más curioso de todo es como, en esta primera vista, nos hemos podido dar cuenta de que a Jaume Matas no le queda nadie que le apoye. Los que en otro tiempo fueron ampliamente beneficiados por él han salido corriendo a las primeras de cambio y no sólo se han desmarcado de las actuaciones del entonces president sino que le han culpado de todo lo sucedido. Y lo que es peor, los hay, como es el caso de Miguel Romero que aseguran que si no “obedecían” las órdenes de Matas podían quedarse sin contratos publicitarios.
El expresident se enfrenta en la soledad más absoluta a un juicio en el que, al final, sólo estará acompañado por su abogado, lo que tal vez sea un alivio para él.
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