Los españoles no entendemos a Zapatero

Según dijo ayer en rueda de prensa el todavía presidente Zapatero, la razón de la debacle electoral es que tomó las medidas que había que tomar, “costara lo que costara”. O sea que hacer lo que hay que hacer es lo que ha llevado a Zapatero a esta situación. Pero él, responsable y serio donde los haya, se ha sacrificado porque lo que hay que hacer no puede esperar. En otras palabras: la política es injusta porque los españoles no hemos sido capaces de entender que había que adoptar medidas de ajuste económico. No nos lo dice así, pero es como si añadiera que ahora los españoles han votado para que les gobierne alguien que aún hará más recortes, o sea que será peor el remedio que la enfermedad. De modo que de nuevo los culpables de su derrota son otros, en concreto los votantes. A mí me parece que las cosas no son exactamente así: la impopularidad de Zapatero no se genera porque en mayo de 2010 haya tenido que poner recortes en el gasto público, bajar los sueldos de los profesores y congelar las pensiones. El problema es que él mismo había dicho y hecho lo contrario en los seis años anteriores. Lo había hecho y había convencido a España de que estaba en el camino correcto. Fue él quien nos dijo que estábamos en la 'champions' económica, quien nos dijo que nuestro sistema financiero era la envidia del mundo porque teníamos un Banco de España que había sido el más riguroso; quien nos explicó que en este país las pensiones no corren riesgos, que ya vemos los brotes verdes del futuro. Después de que él nos embarcara en este optimismo vacío, después de que nos contagiara ese ánimo y de que nos pusiéramos como locos a gastar porque aquí sí que no tenemos crisis, cuando estábamos en lo mejor de la fiesta, coge la palabra para decirnos que no era así, que se había equivocado, que ahora sí hará lo que hay que hacer, parafraseando a nuestro Demóstenes. El prócer de León ahora comparece para decirnos que él hizo lo que había que hacer y que son los españoles los que no lo han entendido. En fin, más vale que pasemos a otro asunto y que en horas haya mudanza. Por lo menos el nuevo, que no nos va a dar nada, no nos ha asegurado nada.