Foto: J. Fernández Ortega
El pastelero Maties Pomar conoce muy bien todo lo relacionado con los usos y las costumbres de estas fechas de Semana Santa, tal como explica a mallorcadiario.com. En la actualidad, es el propietario de la Pastelería Pomar ubicada en la calle Manacor de Palma y de otras tres pastelerías en el municipio de Campos. "Yo represento a la cuarta generación de este negocio", recalca.
Al inicio de la entrevista, confirma que desde hace ya bastante tiempo muchas personas compran y consumen panades, crespells o robiols a lo largo de todo el año, si bien en Semana Santa "el consumo de estos productos es mucho más alto", por lo que "el volumen de ventas es igualmente más elevado que en otros periodos".
"Yo diría que si comparamos el Jueves Santo o el Viernes Santo con un día laboral normal, las ventas se cuadruplican, como mínimo", subraya. Asimismo, confirma que los productos típicos de Semana Santa en Mallorca siguen siendo los tres ya citados. Lo que sí ha cambiado es que ahora hay más variedades de cada producto.
En el caso de los robiols, Pomar confirma que él los elabora de "cabello de ángel, requesón, albaricoque, crema y chocolate". Por lo que respecta a las panades, las hace de tres tipos, de carne y guisantes, sólo de carne —de cerdo o de cordero— e incluso también vegetarianas, "porque hoy en día la gente no quiere engordar", señala con una sonrisa.
"Los nuevos hábitos de cada vez más clientes nos han obligado a actualizarnos y modernizarnos, y a seguir las nuevas tendencias", indica. En este contexto, recuerda que cuando su padre se hizo cargo del negocio familiar hace cincuenta años, "entre semana no hacía pasteles ni panades".
La evolución de las costumbres y el incremento del poder adquisitivo han contribuido a que hoy "se pueda disfrutar de esos y otros productos a diario".
Por otra parte, muchas familias han dejado de preparar en su propia casa panades, robiols y crespells, "sobre todo en Palma", mientras que en la Part Forana aún sigue parcialmente vigente esta costumbre, "si bien también se está empezando a perder poco a poco".
Al hablar de la repostería especial de estos días, es inevitable referirse también a las monas de Pascua, de las cuales hay dos versiones, las monas propiamente dichas y los huevos de Pascua. "Mi padre hizo las primeras monas en Mallorca a mediados de los años setenta", rememora Pomar, para añadir: "Aprendió a hacerlas de un famoso maestro pastelero de Barcelona, Antonio Escribà".
A diferencia de un huevo de Pascua, una mona es una figura muy versátil, que puede tener la forma de una casa, un animal o un árbol. "La tradición de estas figuras de chocolate está ya totalmente arraigada en la isla", corrobora.
Normalmente, el padrí jove le suele regalar a su sobrino una de estas figuras el Domingo de Pascua, pero en caso de no ser así, miles de mallorquines nos regalamos a nosotros mismos estos dulces a lo largo de toda la Semana Santa.
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