MARC GONZÁLEZ. Desde que, el 14 de abril –día de la proclamación de la II República- del año 2012, el rey se rompió la cadera mientras estaba cazando elefantes en Botswana -presuntamente, en compañía de la “princesa” Corinna-, la maldición y el mal de ojo se han adueñado de su majestad y de la corona española en su conjunto, y de qué forma.
Sin embargo, a los que en nuestra niñez vimos la peli La senda de los elefantes, nada de esto nos extraña. La vida real tiende a reproducir lo que sucede en el cine, y mientras que en el film una manada acaba arrasando la plantación de té de Ceilán y la soberbia humana de los protagonistas por haber profanado una antigua senda de elefantes, en el caso del rey, el paquidermo le debió echar las correspondientes maldiciones antes de sucumbir a un proyectil de bronce del calibre 375 del fusil regio. Los elefantes, ya se sabe, son animales muy inteligentes, y con una memoria de elefante. Aunque la víctima proboscídea del monarca no sobreviviera al encuentro con el Borbón, seguramente sus colegas de manada se quedaron con su cara.
Don Juan Carlos hace gala de una proverbial facilidad para besar el piso, pero las últimas intervenciones denotan un desgaste excesivamente acentuado para una persona con hábitos deportivos hasta hace relativamente poco. Desde 2010, en que se le intervino un nódulo pulmonar aparentemente benigno, el rey ha sufrido en sus carnes seis intervenciones quirúrgicas, en una rodilla y un pie en 2011, más tres en su cadera, en abril y noviembre de 2012 y el 27 de febrero último, y este mismo mes, finalmente, una complicada operación de hernia discal con estrechamiento del canal medular incluido. Ello sin contar contusiones, ojos morados y el aspecto envejecido e hinchado que refleja su rostro. En fin, menudo panorama.
Con todo, los problemas regios no se limitan a la salud, sino que afectan también a la imagen de la institución, lo cual es mucho más grave que tener un rey pachucho.
La popularidad de la monarquía está por los suelos, gracias, por una parte, a los polémicos enlaces de los descendientes. Veamos: La Infanta Elena, quizás la más apartada actualmente de los focos, vivió una crisis matrimonial hasta ese momento impensable en la institución. La ciudadanía la aceptó entonces sin más, porque estas situaciones pueden afectar a cualquier persona. El enlace del heredero con Letizia Ortiz tampoco estuvo exento de polémica y, sobre todo, molestó a los verdaderamente monárquicos. La institución se basa en determinados mitos y tradiciones generalmente aceptados –como el de que el hijo de un rey ha de ser necesariamente el más preparado para ostentar la jefatura de un estado-, pero eso incluye ritos y cierta “magia” que acompaña a los miembros de las casas reales, pero que no alcanza a la plebe, aunque tenga estudios universitarios.
Que los ancestros de Letizia no fueran precisamente aristócratas, ni siquiera burgueses –es nieta de un taxista-, trastocó los esquemas de los defensores de la corona. El hecho de que fuera una persona divorciada obligó a un ejercicio de maquillaje de la situación –boda real incluida- que se presentó como el colmo de la modernez. Aunque, ciertamente, Felipe de Borbón no ha protagonizado ningún escándalo, la lupa a la que se va a someter su reinado y la complicada situación actual hacen que don Juan Carlos descarte por ahora la abdicación, aunque probablemente sea la única vía de escape posible a la pérdida de popularidad de la monarquía entre los españoles.
A todo esto, el yernísimo se empeña en amargarle la vida a toda la familia –y lo que nos queda-, lo que afecta directamente a la hija delecta del rey, la Infanta Cristina, que se resiste a separarse de su esposo. Para colmo de males, la amiga entrañable, con parada y fonda en El Pardo, se pasea por los medios de comunicación, supuestamente para lavar su imagen y la del monarca, pero en pose más propia de la jet marbellí que de alguien de un entorno regio.
Ni los más viejos republicanos habían soñado algo así. Sólo hay que esperar que, de una forma u otra, la jefatura del estado recupere el necesario prestigio y respaldo ciudadano y que deje de hablarse de negocios turbios y de líos de faldas. ¡Ah!, y de elefantes, claro.
Tras garantizar la pasada semana su permanencia en la élite del fútbol español, el RCD…
El Parlament ha aprobado una iniciativa que reclama al Ministerio del Interior el despliegue permanente…
Miles de personas llenan la Plaça de Santa Margalida en una representación única que celebra…
Ser Niños Prodigio tiene sus aristas. De todos es conocido el caso del pequeño Wolfang…
La ‘processó del Sant Enterrament’ vuelve a llenar el centro histórico de emoción y sentimiento.…
‘Milk for Ulcers’, un álbum marcado por la pérdida de su padre Paul Auster y…
Esta web usa cookies.