JAIME ORFILA. La enfermedad psíquica es consustancial a la naturaleza humana y tan antigua como su historia. Determinadas situaciones pueden favorecerla, potenciarla o agudizarla. En este sentido, el ejercicio del poder puede desencadenar, en un número significativo de personas, altanería, soberbia o sentimiento de superioridad, comportándose, ante las necesidades de los administrados o subordinados, como insensibles. Este trastorno tiene entidad propia y no está recogido como tal en los textos de medicina.
Esta es la tesis de David Owen, médico galés, laborista, ex ministro británico de Sanidad, que tras el paso por la política (1962-1994), profundizó en el estudio del cerebro humano y en los cambios que produce el poder en las personas. Especifica que el trastorno de conducta que se genera en estas situaciones debería ser estudiado de forma independiente dentro de las enfermedades mentales. Incluso recomienda que la propia Organización Mundial de la Salud lo incluya con un código propio en la Codificación Internacional de Enfermedades
Síndrome de Hybris
Lo denomina Sindrome de Hybris. Explica en su libro -El poder y la enfermedad-, como el dominio del poder hace perder la cabeza, ocasiona cambios en el estado mental y conduce a una conducta arrogante. Lo describe como un desorden de la personalidad, que se presenta con una constelación de síntomas entre los que prevalecen el aislamiento, la desmesura y la incapacidad para escuchar a la gente con conocimiento, experta y sensata. Es un verdadero desequilibrio emocional que incluye la necesidad de adulación, la incapacidad para soportar la crítica y la percepción de ser imprescindible. Los afectados por la enfermedad del poder sobrevaloran sus capacidades, creen disponer de conocimientos ilimitados y acertar todas sus decisiones. En realidad se separan emocionalmente de la realidad en la que viven.
Hybris proviene de la mitología griega. Según Esquilo, los dioses envidiaban el éxito de los humanos y mandaban la maldición de la Hybris, a quien estaba en la cumbre, volviéndole loco. La Hybris es desmesura y soberbia absoluta, unida al fenómeno de pensamiento de grupo encerrado en si mismo que estimula las opiniones propias, demoniza cualquier opinión ajena y desdeña todo dato objetivo que pueda contradecir sus prejuicios.
Hasta aquí la teoría. Cada lector que la aplique, en el ámbito, situación o lugar que estime oportuno.
Cabe afirmar que es una enfermedad del poder, no exclusivamente de la política. Tampoco hay que confundirla con las actitudes de los psicópatas, que representan el 1% de la población. Si bien, también estos, desde los estamentos del poder, de la empresa e incluso en la propia vida personal causan un inmenso sufrimiento.
“El problema es que nadie lleva un título que rece -soy un psicópata-. Al contrario, son excelentes comunicadores y su carácter resolutivo y osado los convierte en excelentes candidatos para las empresas sumidas en procesos de reorganización provocados por la crisis económica. Lejos de resolver los problemas, crean destrucción y sufrimiento a su alrededor”. Así se define, así lo pienso y como tal lo describo. Pero en realidad, estas aseveraciones entrecomilladas no son personales, pertenecen a un capítulo del libro, -Excusas para no pensar. Como nos enfrentamos a las incertidumbres de nuestra vida- escrito por el científico y comunicador Eduardo Punset. En él analiza la problemática que pueden generar los que ostentan el poder y permite explicar, en una parte, la desazón de los ciudadanos con sus representantes.
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