La burocracia administrativa acostumbra a tratar los casos personales como meros números, códigos de barras sin personalidad alguna que deben ser tramitados con la mayor celeridad posible, no importa el resultado. Es cierto que no se puede generalizar, porque se incurre en una injusticia. El caso que ayer les narró este digital, de una paciente del Hospital de Inca, que tras esperar un año para visitar al especialista en neurología, decidió interponer una queja al Servicio de Atención al Usuario, es paradigmático de hasta donde llega a veces la desidia administrativa y la utilización de formularios estándar que no responden a las cuestiones planteadas por el ciudadano y, por tanto, no ofrecen soluciones.
El director médico del citado centro hospitalario firmó una respuesta a la queja excusándose por el retraso y sin dar más solución, lo que es grave. Pero que encima concluya la misiva con una fórmula lacónica, diciendo que se seguirá trabajando para subsanar todo aquello que sea susceptible de mejora, sin haberlo hecho en el caso que nos ocupa, es muy de lamentar.
La Conselleria de Salut debiera tomar cartas en el asunto y exigir que las reclamaciones de los usuarios sean tomadas más en serio y no despachadas con plantillas previamente redactadas.
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