Historia de una manipulación

Lo que se presentaba como una gran obra histórica y un útil instrumento de consulta para generaciones venideras ha desatado una enorme polémica por el modo en que han sido retratados ciertos personajes de la historia de España. El Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia hace un análisis cuando menos curioso –por decirlo de alguna manera- de personas de la talla de Franco al que presenta como un gobernador católico, inteligente y moderado además de valeroso militar, pero ni una sola mención a que fue un dictador despiadado que acabó con la vida de más de 155.000 personas. Aunque la Historia pueda ser objeto de diversas interpretaciones, dependiendo siempre del ojo que la mire, negar que Franco fue un dictador es, además de un error de bulto, un insulto a los miles de españoles que sufrieron la represión de su régimen. Claro que teniendo en cuenta que quien firma la biografía está vinculado a la Fundación Francisco Franco, poco nos ha de extrañar que trate de edulcorar la obra y milagros del que un día gobernó con mano de hierro España y privó a sus ciudadanos de todo tipo de libertades. Ahora bien en una obra que está sufragada con dinero público –ha costado la friolera de 6,4 millones de euros- lo mínimo que se ha de exigir es rigor y objetividad teniendo en cuenta además que el franquismo es un tema que a día de hoy sigue levantando ampollas e hiriendo sensibilidades. Lo que no se puede consentir es que se falsee el pasado con dinero público. Uno como ciudadano puede escribir lo que le dé la real la gana y está en todo su derecho, pero de los historiadores se espera más rigor y no que falsee vilmente y según sus intereses lo ocurrido en el pasado, porque se corre el peligro de que las generaciones venideras tengan una visión de la Historia de España totalmente distorsionada.