Quienes temen por la desaparición del Mallorca en caso de descenso pueden estar tranquilos, el club que conocimos dejó de existir hace tiempo. Si, han venido unos señores de allende los mares que ha comprado unos títulos de propiedad que les permite explotar un estadio en régimen de alquiler, un escudo y un nombre que figura inscrito en el registro de entidades deportivas del CSD y con carácter profesional en la Liga de Fútbol. Aquí se acaba todo, al menos hasta el día 11 de junio en que podría perder esta última condición. Fíjense en qué ha desembocado todo esto que, en medio de lo que está en juego, el presidente florero, el tal Monti Galmés, ayer remitía a los periodistas vía whats app gracejos acerca de la final de la Champions, como si el horno estuviera para bollos. Aunque para ensaimada basta la de Maheta Molango sin reconocer su nefasta gestión al afirmar que “yo no me he equivocado, he fichado buenos jugadores pero no han rendido”. Si, esta es la institución que hoy pretende sustituir a aquella otra que, bajo la misma bandera, logró aúnar el sentimiento de miles de mallorquines hoy en desbandada.
No sé qué pasará por la cabeza del CEO cuando el entrenador que contrató para salvar los pocos muebles que quedan, manifiesta que el único delantero centro fichado, Lekic, no está para jugar más de veinte minutos. No, según el suizo, tampoco eso es un error. Omitiré el calificativo que se me ocurre. De otro lado el propio Sergi, supongo que el único preocupado por la indisposición que le impide viajar a Angeliño, ahora recurre a Salomao, al que ha tenido en la grada casi durante todo el mes de mayo. Lo lamentable es que en este equipo da lo mismo quien juegue. Más que nunca se confirma de que no hay nadie imprescindible en esta plantilla, ni siquiera necesario.