Es tiempo de encuestas y otros mentideros

En los últimos tiempos, y con una regularidad semanal, son varios los medios de comunicación que ante el largo año electoral nos inundan con barómetros sociológicos sobre el estado de opinión pública española. La gran mayoría dirigen su atención a actitudes políticas fijas y nos sorprenden con valoraciones de voto.

Entiendo que estas encuestas tienen escaso interés para la mayoría de las formaciones políticas más allá de la valoración de los líderes y del porcentaje de votos. Poco aporta, por otra parte, sobre el conocimiento de los principales problemas sociales, que suelen ser evidentes.

Aun sin haber ha tenido tiempo de leer la encuesta, ni de cruzar los datos globalizados con los desagregados, los micrófonos ya han sido puestos al líder político de turno para que haga una “rápida” valoración. Los tertulianos habituales, de inmediato “pontifican” sobre tal o cual otra cuestión reflejada.

Los partidos políticos no hacen estudios claros de los resultados. Como sea que les vaya hablan de la existencia de oscuras labores de “recocina”, tratando de desprestigiar la encuesta. Justo, lo que yo echo en falta en ella: el análisis preciso, objetivo y científico de esta recocina. Ahí está el quid de la encuesta, su auténtico valor como hito con un efecto reforzado por la evolución en sus apreciaciones. Cada día tiene su afán y, conocida la encuesta, los partidos se distraen en la imaginación de la chuminada siguiente sobre tal o cual cuestión de actualidad. La encuesta pasa a mejor vida.

Viudo el barómetro de este análisis de recocina aparecen con claridad alguna serias contradicciones y sin sentidos que requieren explicaciones serias. Un número importante de preguntas encierran un componente subjetivo que no está con suficiencia aclarado. Algunas preguntas pretenden informarnos sobre la posición política del encuestado. Cada uno se valora a sí mismo de 1 a 10, asignándose 1 a la máxima valoración de izquierdas y 10 a la de derechas. Ahora bien, ¿qué significa ser de derechas para un encuestado determinado y cómo homologar su percepción con otra idéntica de otro ciudadano? ¿Es CIUDADANOS de derechas, o la derecha real esta representada por VOX? Esta objeción se puede efectuar a otras cuestiones, y son muchas, que no tienen un soporte objetivo. ¿Qué sentido tiene la valoración de los líderes cuando se ponen en plano de igualdad mediática a Pablo Iglesias de PODEMOS, con Santiago Abascal de VOX? Por citar un ejemplo llamativo.

Diversas encuestas identifican a la población en un 45 por ciento como conservadora, liberal, progresista o socialista y sólo un 2 comunista. Un 50 se sitúa en posiciones políticas de centro y un 42 afirma que nunca votará con toda seguridad a PODEMOS pero sí que un 6 lo haría siempre. Por tanto, qué sentido tiene que un 19 por ciento esté dispuesto a votarle en este momento. De modo singular, qué sentido si un 27 de esta población sitúa a este partido en la posición de izquierdas más radical.

La estimación del voto al PP y al PSOE de ambos disminuye en torno a 5 puntos, mientras que el de PODEMOS llega a 24, CIUDADANOS roza los 13 y VOX acaricia los 3 puntos. Asombroso.

Con toda probabilidad, todo se inclina al dicho popular “Que Dios nos coja confesados” pero la amenaza desaparecerá en el momento que haya que jugarse el futuro colectivo y personal con la papeleta electoral.