Andan los vecinos de Santa Catalina muy hartitos de las consecuencias del tardeo en forma de micciones, vómitos y ruido. La que es ahora una de las barriadas más en alza de Palma -cuando siglos atrás se utilizaba el calificativo “catalinero” como despreciativo- se ha convertido a la vez en espectador de las más profundas miserias humanas.
Pero Santa Catalina no se ha llenado de yonquies con mono ni de homeless con su lata de Don Simón, se ha llenado de ejecutivos y niñas bien que, cuando son las ocho o nueve de la tarde, el alcohol que se han metido entre pecho y espalda les ha hecho olvidar cualquier atisbo de educación y no dudan en expulsar sus restos corporales donde sea: detrás de un coche, en un soportal o en un callejón. Gente que entre semana calificaríamos de respetable y educada, se transforma para pasar a ser un sucedáneo de babosa, con las consecuencias que ello conlleva para los sufridos vecinos.
Criticamos lo que sucede en Playa de Palma todos los veranos por el triste espectáculo que ofrecen los alemanotes de tanga de leopardo o traje de baño a lo borat, cuando es una situación que no difiere mucho de la que se puede ver por San Magín y aledaños. Distintos protagonistas, mismos hechos. En ambos casos, se trata de gente que, independientemente de su situación económica, le gusta torrarse al alcohol sin calibrar las consecuencias de su ingesta, y no le importa transformarse en sólo cinco horas en un deshecho humano. Ni Gregorio Samsa de Kafka ni la protagonista de Marranadas de Darrieussec fueron tan rápidos para convertirse en escarabajo y cerda respectivamente.
Ante una situación como esta, y visto que pedir a la gente que se comporte está siendo tarea infructuosa, no observo otra opción que no sea aplicar hasta el máximo extremo la ordenanza cívica. Esto es, poner a siete policías por individuo y empezar a multar a mansalva. Que se grita, multa. Que es pipí, multa al tanto alzado. Que es vómito, multa y prohibición de pisar el barrio en doce meses. Que es popó, multa y vídeo colgado en youtube. A ver si así se quita la tontería de ir a hacer a casa ajena lo que ni locos se atreverían a hacer en la propia.
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