Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Con su propuesta de Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española ha vuelto a demostrar que va a lo suyo sin escuchar a nadie ni de la oposición ni de los agentes sociales y económicos.
Sánchez ha prometido con este plan -del que no da detalles ni acepta preguntas para evitar darlos- la creación de 800.000 puestos de trabajo en España en una estrategia a 3 años vista, justo antes de las próximas elecciones generales. Es decir, se apropia en exclusiva y en su propio interés electoral de los abundantes fondos europeos que deben ayudar a superar los latigazos de la pandemia.
800.000 puestos de trabajo. Los mismos que prometió pero destruyó Felipe González cuando puso sobre la mesa la misma cifra. Promete 800.000 olvidando -como luego reconoció Felipe González al fracasar en su intento- que el empleo lo crean los empleadores, los empresarios, y no el gobierno.
Y esto no es lo peor. La propuesta del ‘amigo’ Sánchez comprende inyecciones ingentes de dinero en ámbitos como la educación, la modernización de la Administración, la energía, el medio ambiente y la transformación digital.
No sé qué libro de Isaac Asimov debe estar leyendo el presidente del Gobierno a la hora de distribuir el dinero que nos ha de sacar del pozo. Apuesto por que se ha leído ‘Yo, robot’ o la trilogía ‘La Fundación’ donde Asimov relata como buen visionario un mundo de ciencia ficción, temible pero asumible en algunas de sus apreciaciones.
Imagine -espero que no sea el caso- que tiene usted un familiar en la UCI afectado por coronavirus. Seguro que en lo último que piensa la familia en estos momentos es en apuntar al familiar enfermo a un fabuloso viaje dando la vuelta al mundo, a un triatlón. Antes hay que sacarlo de la UCI y recuperarlo. Luego, ya veremos.
A eso voy. Con 4,5 millones de personas -entre parados y ERTEs- que no tienen la posibilidad de trabajar y de llevar ingresos a su casa, y con las consecuencias en el consumo que eso tiene, lo de la modernización digital, la modernización de la Administración y todos esos sueños me quedan lejos. Son todos muy importantes y atractivos pero lo primero es recuperar el PIB y sacar a la gente del paro. Darlo todo para facilitar que sean las empresas las que le den de nuevo a la llave de contacto. Y que ‘nadie quede atrás’. Eso parece, desde el sentido común, lo prioritario.
¿Vamos a crear un nuevo tejido productivo apostando por las energías renovables, el medio ambiente, lo digital y la modernización?. Perfecto. ¿Lo vamos a hacer olvidando lo que ya está consolidado, que funciona, y que nos convierte en referente aventajado en el mundo como es el turismo?. Catástrofe.
Como solía decir el actor José Sacristán, ‘antes va lo primero’. Sánchez parece optar por empezar por lo último, quizás pensando en las elecciones de 2023-2024.
Dejando al margen el ‘estilo Trump’ utilizado por Sánchez para anunciar y publicitar su plan, llama muchísimo la atención la falta de aplausos en los distintos ámbitos de la sociedad tras conocer sus intenciones. Y entre las críticas me faltan las de Armengol y su Govern. Ya tardan en desmarcarse y reclamar que no se olvide el turismo como pilar de la recuperación. Ya lo fue en la crisis de 2008.
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