Este fin de semana leí en El Mundo cómo tres profesores que osaron dar las clases en castellano en el Instituto de Porreres se tuvieron que marchar, acosados, amenazados, acusados. ¿Esto es lo que llamamos tolerancia? ¿Esto es el espíritu de convivencia? ¿Esto es lo que llamamos formación? Los estudiantes de estos profesores aducen, según publicaba el periódico, que el castellano es un idioma que les es ajeno. ¿Qué pensarán del inglés? ¿Y de la física de un tal Newton? ¿Y de la relatividad de otro guiri? ¿Y de los rayos X de un gabacho? Ustedes verán: va a ser que nos tendremos que quedar con nuestra noble cultura local que, me temo, no es la más importante para el futuro.
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