Categorías: OPINIÓN

A nuestro colegio San Agustín

Esta misma semana se ha hecho pública la lista de entidades, empresas, asociaciones y personalidades que obtendrán el más que merecido reconocimiento en los VII Premios Onda Cero Mallorca, cuya gala de entrega tendrá lugar el próximo lunes 26 de febrero en el Auditorium de Palma. Será un auténtico placer poder asistir a este evento más que consolidado que contará, un año más, con la asistencia de más de mil quinientos invitados entre autoridades, premiados, patrocinadores, oyentes y representantes de la sociedad balear a fin de homenajear a los dieciséis galardonados de esta edición. En este sentido, quisiera comenzar felicitando desde aquí a todos los premiados, por su labor y por mostrar unas trayectorias dignas de toda admiración y, como no puede ser de otro modo, también a la organización y al jurado, por haber otorgado estas distinciones a personas y entidades que tanto han hecho o hacen por los demás, cada uno en su concreto ámbito. En esta ocasión, resultan especialmente emotivos, por un lado, el Premio Onda Cero Mallorca 2018 del Turismo, que rinde un sentido homenaje al que fuera fundador del holding turístico Grupo Piñero, D. Pablo Piñero, fallecido el año pasado; y el Premio de Honor Onda Cero Mallorca, también a título póstumo, a D. Pedro Meaurio, el primer director civil del aeropuerto de Palma y gran responsable de la ampliación de Son Sant Joan en un momento clave para las islas. Dos grandes hombres que han hecho grandes cosas trabajando muy duro y dejando un gran legado en sus respectivos campos.

Partiendo de esta base, ni que decir tiene que resulta del todo injusto pretender situar a unos premiados por encima de otros pues, todos y cada uno de ellos merecen nuestro aplauso y nuestra felicitación. No obstante, he de reconocer que también me ha emocionado especialmente el Premio Onda Cero a la Educación, que el jurado ha tenido a bien conceder al Colegio San Agustín de Palma. A raíz del triste fallecimiento de uno de los profesores más queridos de esta institución, ya tuve la oportunidad de referirme, brevemente, a lo que significa sentirse “agustino” para todos los que alguna vez hemos pisado esas clases y ese patio interior multiusos que tanto juego puede llegar a dar. Pero tras este premio que bien supone una maravillosa recompensa al trabajo de tantos años, de tantos y tantos grandes profesionales y al paso de miles de alumnos por esas clases que siguen funcionando sin perder un ápice de su magia original, no he podido evitarlo. Y qué mejor manera de felicitar por ese premio tan merecido que dando las gracias. Gracias de todo corazón por continuar una labor que empezó allá por 1892; por inculcar unos valores centrados en el crecimiento como personas; gracias por no adoctrinar ni hacernos comulgar con ideología alguna; por poner el acento en la formación y el crecimiento personal respetando siempre las ideas y la libertad de los demás; y por darnos las herramientas esenciales que nos han ayudado a ocupar nuestro lugar en la sociedad.

En el presente curso el Colegio San Agustín celebra su 125 aniversario, y como reza el lema que acompaña su presentación y que puede verse en su página Web, han sido “125 anys Forjant Persones per al Futur”. Precioso, lleno de verdad y con un reto implícito en cada palabra. No puedo estar más de acuerdo. Eso, si permítanme la osadía y dejen que añada otro rasgo identificativo muy característico. Desde Parvulario hasta BUP, pasando por EGB (ahora desde Infantil hasta ESO, pasando por Primaria) quienes formamos parte de esta institución siempre tuvimos claro que nos sentíamos parte una gran familia. Una gran familia en la que todos nos conocíamos, en la que no importaban origen, apellidos ni posición social y en que la fuerza motriz capaz de agitarnos a todos, capaz de motivarnos y hacernos sentir vivos, eran sus maestros. Sí, aprovechando esta nueva oportunidad que se presenta con la concesión de este prestigioso reconocimiento, quiero dar nuevamente las gracias a todos nuestros maestros, en nombre de tantos y tantos alumnos que pasamos por las aulas de ese pequeño colegio de Palma en el que enseñaban y enseñan tan magníficos profesionales. Algunos de ellos continúan dando auténticas lecciones magistrales y saben lo importantes que han sido en nuestras vidas. Queridos maestros, gracias. Gracias por dejarnos crecer sin imposiciones; gracias por educarnos en la generosidad y enseñarnos a ser empáticos; gracias por ir mucho más allá de la transmisión de conocimientos y mostrarnos que podemos conseguir todo lo que nos propongamos; gracias por inculcarnos que el deporte es clave para nuestra salud y herramienta básica de socialización; gracias por grabarnos a fuego palabras como respeto, trabajo, equipo, esfuerzo, libertad, justicia y solidaridad; gracias por enseñarnos que no hay nada malo en errar; gracias por educarnos en el perdón; gracias por aceptarnos a todos nosotros y a todas nuestras familias; y gracias, sobre todo, y por encima de cualquier otra cosa, por dar lo mejor de vosotros para hacer de aquellos niños y niñas, buenas personas.

No puedo negar que cuando el pasado martes escuché la preciosa entrevista de Elka Dimitrova en Onda Cero al actual director general del colegio, el Padre Pedro José Gordo, y al antiguo director y miembro de la comisión organizadora de actos del centenario, el Padre Baltasar Ramis, no podía sentirme más orgulloso. Orgulloso al escuchar que en el Colegio San Agustín, en nuestro colegio, se sigue teniendo claro que lo más importante no es instruir ni facilitar conocimientos, sino lograr una formación integral del alumno, es decir, educarlo, acompañarlo en su crecimiento, junto a su familia, inculcando valores que lo hagan, en última instancia, una buena persona. ¿Se puede pedir más? Sinceramente, lo dudo. Y me encanta comprobar que la línea marcada sigue siendo la misma, que el camino está bien delimitado, sirviendo como buena muestra de ello que 13 de los actuales 48 profesores que componen su plantilla, son antiguos alumnos del centro.

Estudiamos en el Colegio San Agustín de Palma, en un colegio concertado, religioso y católico, crecimos en un ambiente de igualdad y máximo respeto a los demás y nos sentimos muy felices por este premio que viene a reconocer una extraordinario trabajo de cientos de espléndidos profesionales. Enhorabuena de todo corazón, desde la más absoluta admiración hacia vuestra manera de educar y forjar personas para el futuro. Soy agustino.

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos" (San Agustín).

José Luis Mateo

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