Ayer hemos pasado el día de Todos Los Santos, el 1 de noviembre, un día que, viene celebrándose desde hace siglos.
Aunque no se sabe con exactitud los datos que tenemos nos cuentan que se celebra como la conocemos desde el 835 después de Cristo y que fue instaurada por el Papa Gregorio IV, quien instauró oficialmente el día 1 de noviembre como fiesta de todos Los Santos.
La razón, una vez más fue político-relogiosa, ya que se unió a la fiesta pagana de el día de todos los muertos, que se venía celebrando como una festividad de los pueblos germanos.
Por tanto lo que durante siglos se estipuló como una fiesta religiosa, en los últimos años ha vuelto a convertirse en una fiesta pagana con la celebración de Haloween.
Los orígenes de Halloween se remontan a la cultura celta, conocida como ‘Samaín’, que marcaba el cambio de estación y la transición del verano al otoño e invierno.
Dicha celebración, que tiene lugar cada 31 de octubre y se ha popularizado en Estados Unidos, la cual tiene sus raíces en la antigua cultura celta y data del siglo VIII a.C. En aquel entonces, muchos asociaban el cambio de estación con la transición entre la vida y la muerte, marcando así el comienzo de una nueva etapa.
Por tanto hemos unido dos fiestas que de alguna manera eran antagónicas, ya que en una se celebre el día de los espíritus y en la otra el De los Santos y al hacerlo así, Haloween ha eclipsado el sentido que tenía en Europa el día 1 de noviembre, dejando de ser un día de beatificación De los Santos.
Así que, una vez más, la cultura americana nos ha comido la tostada, imponiendo en el mundo un día que no tan siquiera tiene su origen en ese país, sino que viene de Europa.
Así que, desde mi punto de vista, deberíamos de utilizar el sentido común una vez más, para dejar de perder nuestras raíces, permitiendo que otras culturas nos colonicen con las que han hecho suyas sin tan siquiera serlo.
Tal vez, si volvieran a enseñarnos la Historia del mundo como la hemos conocido, volvería a tener sentido nuestra cultura y nuestra raíces y seríamos más cuidadosos cuando adquirimos otras que nos dejan olvidar nuestros orígenes.